La rabieta es la forma que tienen los peques de expresar su enfado o frustración ante una situación que no controlan o no pueden dominar: me han quitado un juguete, no quiero comer lo que me han preparado, quiero comer chuches antes de cenar, no quiero compartir mis juguetes, no quiero comer solito.
Suele comenzar entre los 12 y 18 meses. Entre los 2 y 3 años se pueden producir con más frecuencia e intensidad. Empeoran hasta los 4 años, y a partir de aquí el nivel de rabietas suele decaer hasta prácticamente desaparecer, puesto que los niñ@s ya saben expresarse perfectamente para comunicar lo que sienten y el motivo de sus enfados.
Una rabieta es un comportamiento perfectamente normal en los peques de estas edades, por lo que papis, no os preocupéis y tratarlo con mucha naturalidad y normalidad.
Para empezar, no os pongáis nerviosos cuando el peque comienza a tener una rabieta, estar tranquilos y actuar con normalidad. Si el niñ@ ve que os alteráis, la rabieta puede subir de intensidad hasta conseguir llevaros a su terreno y conseguir lo que quiera de vosotros.
Ambos tenéis que estar de acuerdo a la hora de actuar frente a una rabieta.
El Papi no puede ser el "bueno" y ceder ante la rabieta y darle al peque lo que quiere "con tal de no escucharle" o "evitar que se enfade" (si, ya sé que también puede ser la Mami la que ceda al más mínimo indicio de rabieta), y Mami, la "mala", que no cede ante el "pollo" que está montando el peque.
NO! ambos debéis actuar de la misma manera sin ceder ante la rabieta.
Procurar nunca ceder ante la rabieta del peque, pues sino le estaréis mostrando cómo "manipularos" para conseguir lo que quiere o no quiere hacer. Por ejemplo que le deis vosotros de comer, si ya empieza a comer solito.
Dependiendo de la situación que haya generado el inicio de la rabieta, dejar al niñ@ sólo (asegurándoos antes de que no puede hacerse daño) y decidle que hasta que no se tranquilice no volveréis a jugar con él/ella. Puede ser duro al principio, pero podéis hacerlo!
No le hagáis caso, llorará, gritará, pataleará, irá detrás de vosotros llorando, pero ignorarle. Cuando al rato vea que no le hacéis caso, la intensidad de la rabieta irá decayendo hasta que se tranquilice por completo.
Cuando se le haya pasado la rabieta y el peque esté más tranquilo, felicitarle y darle un beso por haberse tranquilizado y retomad la actividad que estabais realizando justo antes de que se diera la rabieta.
Si cuando se dio estabais jugando, pero ya es la hora del baño y la cena, realizad esta rutina diaria, no cambiéis vuestros hábitos.
Y recordad, felicitar y dar mimos al angelito que se lo ha ganado porque ha aprendido a controlar sus enfados y expresar sus emociones como un niño mayor.
Estas recomendaciones son aptas también para los abuelitos, que seguro que en alguna ocasión, han visto al buen nieto tener más de una rabieta.
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2 comentarios
Vikingo está empezando ahora con las rabietas, acaba de cumplir el año. Pero nosotros utilizamos otro método, intentamos con suavidad que no llegue al punto álgido de la misma, pero si llega nos quedamos a su lado tranquilizándolo hasta que se le pasa. Y una vez se le he pasado intentamos trasmitirle el por qué de la rabieta "¿estás enfadado por esto o por lo otro? Te entiendo pero no puedes ponerte así, bla bla bla" Sin premio ni castigo, solo estando ahí. Es otra manera de que aprendan a canalizar sus emociones. Un abrazo!
ResponderEliminarGracias por tu comentario!
EliminarComo bien dices, lo principal es evitar que se produzca la rabieta. Pero una vez que se da, hay que hacerle comprender al niño que con esa actitud no va a conseguir su objetivo, siempre velando por su seguridad.
Ambos métodos son perfectamente válidos, siempre que nos sintamos cómodos con él
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